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lunes, abril 03, 2006

Simonía moderna


La palabra Simonía deriva de Simón el Mago, quién pretendió comprar al apóstol Pedro el poder para impartir bendición y unción al imponer las manos (Hechos 8:9-24).

Simonía es tratar los bienes espirituales como si fuesen propiedad de los hombres. Se equipara lo espiritual a lo material y por ende se comercia con cosas santas.

La simonía se diferencia de los diezmos u ofrendas para el sustento de los ministros y de las actividades propias de la Iglesia. Cristo dijo: "Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario" (Lucas 10:7).

Saco esto a colación debido a lo que se ve y oye en la televisión y radio con programas supuestamente “cristianos y evangélicos”; el propósito de estas personas es obtener recursos financieros para sostener la supuesta “visión de Dios” que ellos dicen representar, ofrecen a cambio de las aportaciones, siembras, etc. oración para que las personas reciban milagros, sanidades, prosperidad e inclusive el arreglo migratorio que necesitan o que algún familiar salga de la cárcel.

Es inaudito pero vi por unos breves minutos anoche uno de estos programas y me sorprendí grandemente cuando el supuesto “predicador” dijo que incluso si los cristianos, nacidos de nuevo, no siembran, aportan o pactan pueden perder hasta su salvación. Es obvio entender que se refería a que aporten generosamente o con lo que puedan para sostener la actividad que ellos realizan, inclusive usando sus tarjetas de crédito promoviendo más el vicio del endeudamiento.
Martín Lutero uno de los grandes reformadores se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses. Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aun se mantenía por los pecados después de que la culpa había sido eliminada por absolución. Cualquier persona podía comprar una, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el purgatorio. El fraile dominico, Johann Tetzel había sido comisionado para viajar a través de los territorios episcopales del Arzobispado de Alberto de Maguncia promoviendo y vendiendo indulgencias para la renovación de la Basílica de San Pedro en Roma.

Lutero vio este tráfico de indulgencias como un abuso que podría confundirlos y llevarlos a confiar simplemente en las indulgencias dejando de lado la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en
1516 y 1517. De acuerdo a la tradición local, el 31 de octubre de 1517 se clavaron las 95 tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar.

Podrán decir que la venta de indulgencias, la simonía y lo que ellos practican actualmente son cosas muy diferentes pero el principio es el mismo: recibir dinero a cambio de favores de tipo espiritual. Es tiempo de advertir al pueblo de Dios sobre esta práctica antibíblica; los defensores de la misma hablan de la supuesta prosperidad que poseen (no sabemos cuan endeudados están), igual que Roma en los días de Lutero, había opulencia en el clero pero además coexistía con ella una gran inmoralidad. Igual en nuestros tiempos, sólo que de una manera más sofisticada; recordemos que: “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1ª Timoteo 6:10).